La nostalgia y yo
nacimos entrelazadas
como cordón al ombligo
así, íntimamente
unidas.
La nostalgia y yo
nacimos entrelazadas
como cordón al ombligo
así, íntimamente
unidas.
Latir cuando la apnea de verte
se hace presencia
y mi arritmia realentiza el foco del lente
absorber cada una
de tus millones micro milagrosas
e irrepetibles expresiones.
Saborear tu libertad y la mía
la liviandad del no necesitarnos
y no obstante
llenarte la copa del vino más dulce.
que te envuelve
y te enrredás
en mi.
Sutíl
es la nota dominante
que nos convoca.
Cayó la certeza
sobre el hielo,
empapando al agrio limón
ocupando cada espacio vacío
del vaso de vidrio.
ése no era más mi lugar,
y sin embargo ahí estaba yo,
habitando un espacio y tiempo
de otra peli.
Que duro es reconocer
que a veces las cosas cambian,
y que el hormigón de ayer
hoy no es más que eso.
y abrazarlo, y aceptar
y feliz cumpleaños.
Los pequeños gestos
son los que magnifican.
Cómo la sonrisa en tus ojos
de la foto que sacamos los tres,
inmortalizando lo genuino e inocente
de un martes por la tarde
relajando en el sillón .
Hábito la quietud
que hace tiempo buscaba.
Ya no tengo la pila de temas por delante
y voy deslumbrando
que lo dejo entrar, y lo que no.
Me siento a gusto conmigo
aunque sienta que bordeo incendios
que se acercan
como los bostezos de un martes de noche.
Se esfuman las palabras
cuando me pedís
que algunas cosas
no se den.
Me quedo muda
ante el descaro de tu pedido.