Hubo una vez.
Un momento en el que
notamos que nuestras vidas
se había separado.
Donde quedabas en un lado del río
y yo del otro.
Es muy loco cuando
una ficha cae y resuena por el eco
del vacío del acantilado.
Sucede que hubo un día
en el que nos soltamos
y nos dejamos ir.
Y hoy te veo desde el otro lado
y no dejo de sonreír
imaginándote
atravesando senderos empinados.
Ojalá algún día te dejes sorprender
por otra forma de ver la vida.
Exenta de tanta pendiente
dramaturgia y soledad.
Ojalá alguna vez
en el mismo lado
del acantilado.
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