Olvidamos
que lo que nos hacia inmortales
era la inverosimilidad
de ser reales.
Confundí la luz
con el día
y me animé a desearlo
con todo.
Pagué el precio
con creces
y hoy con el latido débil
busco ascilo en la quietud
del tibio abrazo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario