Anunciando el comienzo
de las noches de invierno
donde las persianas no existen
y me empapo de estrellas,
amanecimos cruzadas
con el horizonte flúo de fondo,
como quien no sabe
el camino de regreso a casa
tu cuerpo y el mío sucubieron
ante la obvia evidencia
de que hasta ése momento
habíamos estado desencontradas.
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