Nunca son definidos los finales para mi
hasta que me estallan en las manos
y se convierten en historia.
Sucedió todo similar
a cómo se sintió la salida
por aquel largo
incomodo y último, pasillo.
Lloraste con congoja esa noche
(sin comprender que estaba pasando)
porque percibiste
lo que habías roto.
Sin mala intención
ni registro o cordura,
cortaste el cordón rojo
que nos sostendría por años
y te juro que aunque me haya dolido,
lo comprendí todo.
Gracias por tanto cariño.
Amarlas, para mí
era un camino, sólo de ida,
pero no siempre puede uno solo sostener
algo que tiene dos puntas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario