Te me cruzaste
en una charla de balcón
ayudandome a decantar
cosas que ni yo comprendía.
Tenias la virtud
de ponerle palabras a lo que yo no
y de espantar a mis fobias mas recientes.
Amabas la música, como yo
y amabas también la risa
y sus recursos.
Miro la luna,
recuerdo que desde tu balcón se demoraba,
y te mando un enorme y invisible beso.
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