Tan lejana y solitaria,
mirando por los dobles vidrios, a la ciudad que alumbra
lo que la luna desecha.
Inevitable frenazo
frente a los frasquitos de sus perfumes
abandonados. Olvidados.
Dilema, ante la evidencia de que no estoy lista.
cierro mis ojos, aprieto los nudillos
y trago una muda tristeza.
A solas, encuentro mi voz
para consolarme y alentarme.
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